"La Ciudad Vieja de Jerusalén", recorrido por su arquitectura.

 

"La Ciudad Vieja de Jerusalén"


La Ciudad Vieja de Jerusalén es un lugar único en el mundo, con una arquitectura que refleja siglos de historia y cultura. Este enclave histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981, es un crisol de civilizaciones y religiones que ha dejado su huella en cada rincón de sus estrechas calles y antiguos edificios.


La Ciudad Vieja está rodeada por murallas construidas en el siglo XVI por el sultán otomano Solimán el Magnífico, y se divide en cuatro barrios distintos: el barrio armenio, el barrio cristiano, el barrio musulmán y el barrio judío. Cada uno de ellos tiene su propia arquitectura y estilo que refleja la historia y tradiciones de los distintos grupos étnicos y religiosos que han habitado la ciudad a lo largo de los siglos.

Los 4 barrios La Ciudad Vieja de Jerusalén

  • El barrio armenio, es el menor de los cuatro barrios de Jerusalén. Podemos encontrar iglesias y monasterios ortodoxos que datan de la época bizantina, así como antiguas casas de piedra con patios interiores que conforman un laberinto de callejuelas llenas de encanto. Por el occidente y por el suroccidente las murallas de Jerusalén lo separan del resto de la ciudad. 

Museo Torre de David, en el Barrio Armenio 

La Puerta de Sion marca el inicio del límite del Barrio armenio con el Barrio judío, con el que limita por el suroriente y por el oriente. En su extremo nororiental comparte una corta frontera con el Barrio musulmán. A su vez, limita por el norte con el Barrio cristiano, con el que comparte la Puerta de Jaffa. 

La Puerta de Sion, en el Barrio Armenio 


  • En el barrio cristiano, destaca la Iglesia del Santo Sepulcro, también conocida como la Basílica del Santo Sepulcro, considerada el lugar más sagrado del cristianismo y numerosas iglesias. Se cree que alberga la tumba de Jesucristo. 

Iglesia del Santo Sepulcro, en el Barrio Cristiano  



  • En el barrio musulmán, podemos encontrar la Mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado del islam, así como antiguas casas de piedra con balcones de madera y arcos de medio punto que nos transportan a la época de la dominación árabe en la región. 

Cúpula de la Roca, Mezquita de Al-Aqsa, en el barrio musulmán 


  • El barrio judío se extiende desde la Puerta de Sion, al sur de la ciudad, hasta el Barrio armenio, en el oeste, y el Muro de las Lamentaciones al norte y el Monte del Templo, al este. En el barrio judío, se encuentran sinagogas y yeshivas que reflejan la presencia judía en la ciudad desde tiempos inmemoriales, así como casas de piedra con techos abovedados y pequeños patios que nos hablan de la vida cotidiana de la comunidad hebrea en Jerusalén.


Muro de las Lamentaciones, en el Barrio Judío


El sitio más importante del barrio es el Muro de las Lamentaciones o Muro Occidental, una parte del enorme muro de contención de la expansión del Monte del Templo sobre el cual fueron edificados el Primero y el Segundo Templo de Jerusalén. Tal muro de contención fue construido por el rey Herodes I en el 37 a. C.. Desde hace siglos es el principal lugar de peregrinación para el pueblo judío de todo el mundo y también una importante atracción turística para personas de todos los credos. 


La Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén

La arquitectura de la Ciudad Vieja de Jerusalén es un testimonio vivo de la historia y la diversidad cultural de esta ciudad milenaria, que ha sido testigo de guerras, conquistas y convivencia entre distintas civilizaciones. Cada edificio, cada calle, cada plaza nos cuenta una historia, nos habla de un pasado glorioso y tumultuoso que ha dejado su huella en cada piedra y cada ladrillo de esta ciudad única en el mundo.


En definitiva, la arquitectura de la Ciudad Vieja de Jerusalén es un tesoro invaluable que debemos preservar y proteger para las futuras generaciones, como un testimonio de la riqueza cultural y espiritual de la humanidad. Esta ciudad antigua y sagrada nos recuerda la importancia de la convivencia pacífica entre distintas culturas y religiones, y la necesidad de respetar y valorar nuestro patrimonio histórico como fuente de inspiración y aprendizaje para el presente y el futuro.